En un día caótico en Madrid tras haber vuelto la lluvia (tráfico, accidentes, trenes parados, estaciones abarrotadas…), parecía que todo iba a salir mal. Pero a pesar de no haber empezado a la hora, una vez más (y van 31), gozamos de una sesión estupenda.
Tras el recibimiento enérgico de nuestra risueña y siempre profunda Jezabel, y de la mano de nuestro carismático Javier, la sesión se iba construyendo sobre la música de fondo de nuestros grandes históricos (Martin Luther King, Tesla, Magallanes, Alejandro Magno, Jesús de Nazaret) como hilo conductor, y daba vida a una sesión estructurada de manera diferente a como estamos acostumbrados.
Los discursos improvisados
Después de la presentación de los roles de apoyo —repitiendo en el crono para mejorarse, si cabe, Arantxa; nuestro sevillano, que no sevillista, más dicharachero José Manuel al quite en las muletillas; y la evaluación de la escucha a cargo de nuestra camaleónica Irene; todos ellos magistralmente ejecutados— comenzamos con la sesión de improvisadas. ¡Sí, antes de los discursos preparados! Nos adaptamos a las circunstancias y de manera brillante. Llevada por nuestra «guirisocia» Emma, cuatro inteligentes y estimulantes preguntas lanzadas a los agraciados voluntarios: Santiago, el que os habla, Catherine (que arrastró a Jezabel, para ser conjuntamente arrastrada) y finalmente Arturo, quienes nos deleitaron con respuestas sobre lo inexplicable, ininteligible de ellos mismos, y de la raza humana en general. Como siempre, despliegue de humor, arte… ¡e incluso exnovios!
Los discursos preparados
En la sección de discursos preparados el gran Jose confeccionó un discurso de evaluación desde su avispado y específico punto de vista un discurso del mismísimo Tony Robbins, desde el punto de vista de su estructura.
Las evaluaciones
Por último, en la sección final de evaluaciones y reportes, Tempo proporcionó consejos, herramientas y halagos para que Jose continúe desgranando los detalles en las charlas de grandes oradores. La evaluación llevada a cabo por nuestra super vicepresidente de miembros Esther, se encargó de destacar de manera muy completa las bondades y proporcionar la guinda a los improvisadores (y coordinadora de improvisadas). La evaluación de escucha nos hizo revisitar la sesión en sus diferentes fases. Los reportes de tiempo y muletillas engordaron (no mucho) a nuestra «cerdhucha» llamada Muletín. Y por último, la evaluación general, llevada a cabo por mí, casi (tiempo) consigue abordar la evaluación del resto de roles de la sesión. Antes de cerrar llegaron tres amigos e invitados, a última hora, César, Tina y Carlota.
El cierre a una sesión redonda lo pusieron de nuevo Javier y Jezabel.
Y a cervecear en la barra, con nuestros invitados, por supuesto. ¿Podría un lluvioso miércoles acabar de una manera mejor?